Para empezar con este blanco, salvaron del arranque una parcela de viura, de unos 40 años de edad. Lo que hicieron con esa uva, a grandes rasgos, fue lo siguiente: recbirla en la bodega, despalillarla y encubar la pasta en unos depósitos de acero donde permaneció unas horas macerando a baja temperatura, o sea, criomacerando. Conviene acostumbrarse a estos tecnicismos porque también forman parte de la cultura del vino. Una vez que el mosto decantö parte de sus impurezas; se puso en barricas nuevas de roble americano donde fermentö durante 30 dÃas y se mantuvo 60 dÃas más. Se sacó de barricas, se clarificó, se estabilizó y se puso en botella en marzo del 97. El resultado de estas operaciones es uno de los má significativos blancos riojanos hechos por este sistema hasta la fecha. Es elegante, complejo y personal, sobre todo en boca. |